Bajo un sol de verano te marchaste,
y no pude hablar, me quede en silencio,
y parí soledad.
A pasado el tiempo
y recién ahora puedo bosquejar
tu nombre en lineas,
rostros y miradas,
pintarlo quizás en alguna pared
de esta ciudad que te vio
y que no sabe que no estas.
Fuiste toda una mujer silenciosa,
toda una mujer simple,
arisca del exceso,
mediadora entre el sol y la luna,
eslabón de vida,
la que regalaste y acicalaste
en cada tic-tac de nuestras horas.
En ti el amor se desvistió del verbo
y fue desnudo acto,
simple y directo como linea tras su punto,
como horizonte de viajero.
Es fácil hacer feliz,
este fue tu lema y con el te marchaste,
y aunque la vida te arrincono,
y no pude rescatarte
lo seguiste practicando
aun en el dolor y la pena del partir.
Ahora se que me regalaste
el suspiro silencioso de la vida y el amor,
ese que hace y no dice,
ese que me vuelve inmortal hasta mis huesos.
Gracias,
me diste un tesoro
y como dragón lo cuidare,
porque estas aquí
en cada esbozo de letra
y me miras desde alguna de ellas.
Se que nos veremos,
es cosa de tiempo,
cosa de péndulo,
mientras, te honrare
amando como me enseñaste,
dando como me diste,
soñando como me soñaste.
Gracias por este hálito que me habita.
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