en la caja

Latir

En el fondo de la caja habían:
Una saeta,
una caricia
y una verdad.

Digo habían
porque un día el sol
entre sus rayos la saeta tomo y disparo,
y en su huella se leyó:

"Rapsodia de horas inciertas
es la lluvia sobre mis manos.

Sobre mis ojos es su ausencia la que cae
en silencios que templan los latidos.

Puede la vida
empaparme con sus incertidumbres,
pero mis manos aun susurran.

Puede su ausencia
volverla lejano brillo de estrella,
pero mi corazón aun la bendice."

Digo habían
porque escondida la luna
una noche la caricia robo
que en su brillo canto:

"En tus manos sentí
la ruta de un cometa jugueton,
bailador en los pliegues de estrellas.

Nunca se han quedado quietas
ni en el cielo
ni en la tierra.
Y así mis manos les hablaron,
acurrucaron,
escondieron
como a niños ladrones.

Mas hoy están fugadas
tras la huella de un suspiro,
y mis manos ya no alcanzan tanta sutileza
pues mordidas han quedado
por tu boca salvaje.

Pero en la próxima estrella huérfana
me subiré, para alcanzarlas

y aunque en el borde de nuestras miradas
hayan hordas de nubes
luchando contra una luna cobriza,

mi mano hablara en tu mano".

Digo habían
porque entre brumas el viento llego
y la verdad se llevo,
que atrapada en sus sonidos susurro:

"Tu hombre, en la muerte
esperando la hora veinticinco
te volverás enteramente visible
y te bailaran mariposas en la boca,

y las palabras se fugaran tras el silencio.

Esperando,
la hora veinticuatro te hablara:
( lo ultimo que te queda es la mirada
porque es el ventilador del corazón,
y este solo lo apagara
la sonrisa que alguien te regale
al mirarte yacente

porque ese es el lenguaje del amor).

Esperando,
en la hora veintitrés ya no extrañaras,
no desearas,
te vaciaras como un vaso ante la sed.
Se desandaran tus pies
y nadaras en la ultima lágrima
del que te amo veintidós horas de un día.

Esperando,
la hora veintidós se te acercara
con su hálito secante
y te volverás como arena de desierto.
Tras ella vendrá el viento
que acompaña a la hora veintiuno,
para que te esparsas como espora
sobre las horas que no viviste.

Pero llegara la hora veinte,
la susurrante de verdades,
la de fresca desnudez
y te dirá:
( nunca existió la hora veinticinco,
vanos son los credos,
los embrujos,
porque volverás a ser mirada ambulante
cuando llegue la hora diecinueve ).

Aun esperando,
en la hora diecinueve beberás la copa del olvido,
y nacerás en una mirada
enrollado como serpiente bajo el sol

y nacerás sin creer,
limpio
hasta que la vida pronto te vuela vomitar
en las breves manos de la muerte

porque pequeño es el espacio entre ellas".

Digo habían
porque la caja quedo vacía,
la saeta bendijo
la caricia hablo
la verdad despertó,

y la caja latió.