Sunday, March 07, 2010

en la caja

Eterno

I

Mira, no solo tu tienes miedo.
Mira ese colibrí entre gorriones,
tiene miedo,
sabe que su vuelo es corto.

Mira esa mujer
lleva un poema en cada ojo
y en la frente el canto total,
pero teme que no puedan leerle el corazón.

Mira la luna,
el diablo habita en ella,
y teme porque se sabe no casta.

Mirame ,
yo que no puedo volar mas que en letras
y temo ser solo un andante
en camino de musas pedestres.

Mira al mar,
ese gigante azul y lloroso,
en todos los horizontes le teme al sol.
Y el sol tiembla en el dedo de un dios,
como niño ante su culpa.

II

En lo que queda de mi regazo
te cobijas temblando como los extraviados,
es que has mirado el fondo de la caja.
Y no somos mas que esto te digo,
algo como un viento
que no tiene rastro,
que no tiene piedra donde descansar
porque teme volverse verbo y quedar.

Y me preguntas:
¿ Por que temer al quedar ?
Y tus pupilas me encandilan,
y me pierdo.
Mas yo cayo y esto no te lo cuento.
! Oh , si tu supieras !
esta es la razón
perderse nadie quisiera.

Estamos en el crepúsculo,
lo he amado tanto como a ti.
Estamos en él
esperando que caiga la noche
con sus itinerantes miedos al día,
con sus sonidos, ecos de nuestros latidos,
esperando escondernos
yo en tu sueño, tu en el mio.

III

Nada es tan difícil al día como el principio
pues debe separar los temores de los que lo esperan,
así como mis brazos de tu cuerpo.
Y llega el sol en su carro de rayos,
temblando como un nacimiento
alumbrando a nuestro tiempo
y a su astuta adversidad
para que nos forje hombres , y acaso diablos.

Volvemos a caminar,
nada sera igual
la mirada yace temblorosa
el fondo de la caja la desnudo.
Pero hay osadía en tu mano y la mía,
en tu latido con su fantasía
y en el mio que imagina,
y baten sus alas sobre esta miedosa verdad
que pretende mordernos la aurora.

Caminando no me he vuelto a mirarte,
mi corazón llora,
feliz él, porque sabe que no estas hecha para la muerte
ni para relámpagos que buscan cenizas,
no te pueden arrastrar.
Y mientras mi mano nada en la esperanza de tus dedos,
te digo:
afortunado soy,
el principio de la vida
se esconde en lo profundo de tu sonrisa,
y no la he perdido.
Y no tengo miedo después de tu sonrisa
ni tu, después de la mía.

IV

A la hora después de que nuestros ojos se cerraron,
en indiferencia a los años que nos llevaron,
la lluvia, el sol, y el viento
a nuestros despojos recitaron:
Los ojos se han de cerrar
pero al otro lado ellos se han de llevar.
Y con lágrimas, ardor y sutileza
al miedo esta caja ( la nuestra ) cerraron.

1 comment:

Marisa said...

Es una maravilla como escribes... te lo aseguro, Jaime...

Un placer leerte ...siempre...

Un abrazo.