Invisible
Se me da decir
que no puedo sentir los secretos que el mar arroja
en la cresta de cada ola,
y es quizás mi corazón
volviéndose invisible,
arrugándose como la mano del tiempo
el que me vuelve asonante,
traslucido,
a tanto que puedo mirar
atraves del bosque
y ver los pajaros que aun cantan.
Cada vez que un corazón
se vuelve invisible
un pájaro deja de cantar.
Se me da decir
que atropellando lo que mis ojos han visto
solo resulta una gota,
su sonrisa,
que aunque mienta
viene de un tan adentro verdadero
que nadie de frente mentirle puede.
Suficiente para sostener al mundo,
pues es luz que rodea sombras
y a este mundo muchas le oscurecen.
Son muchos los colores
pero la vida habla
solo en los tonos de alguno de ellos.
Se me da decir
que el amor es mano que sabe dulce
aunque lleve veneno en sus uñas.
Rasguñados somos monstruos del deseo,
ciclopes dibujando estrellas,
resonancias de los que nos falla,
aun así lo bebemos
con la sed de un naufrago
que se estrella con ese mar mudo que es el espejo.
El amor nos acusa
como el agua al desierto.
Se me da decir
que antes alguien escribió estas letras
y que llevaba el mismo saco lleno de decires,
pero invisible se volvió
como las manos de un rezo,
que el tiempo lo olvido,
esta demás decir que no se lo llevo.
Yo no nacía
y el estas letras ya escribía.
Letras de muchas vidas
de muchas manos,
de pocas muertes y mucha sangre.
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