Letanias II

Mis musas volaban sirviendo néctares
pero estaban tan ancladas como yo a sus destinos.
Sus cadenas se hacían visibles cada vez que sonreían,
pero esto yo lo olvidaba
y me dejaba ahogar en esos destellos cada vez que escribía.

Las visitaba cuando me arrancaba
o cuando cedía mi cadena.
Me habrían las puertas a sus tesoros,
y las burbujas reventaban mi cerebro,
mis manos escribían bajo sus aromas etéreos
hasta que se dormían embriagadas
en dulces susurros condenados.

Era el tiempo en que me cortejaban,
me hablaban , enloquecían,
me maldecían con la escritura
para que se asomaran mis latidos
y ellas los bebieran.
Hasta que un día me dejaron despertar
y me abandonaron en un punto final.

Hoy solo trazo lo que un día pudo ser,
dibujo ausencias entre las formas
y me dejo llorar cuando duermo,
reír cuando sueño,
amar cuando escribo,
pero sus magias ya no habito.